Nadie nos enseñó a realmente confiar
Hoy quiero hablarte sobre confiar, más allá de una simple frase que ya hemos escuchado cientos de veces. Para mí, confiar significa tener la certeza de que eso que esperas que ocurra ya ocurrió de hecho en el plano cuántico y que solo debes esperar a que se vea manifestado en el plano físico. ¿Y cuándo confirmas que lo has creído? Solo cuando lo ves ocurrir, y resulta que no ocurre si no lo crees, así que no hay escape.
Confiar es igual a creer.
Es como magia, pero debes hacer el trabajo para que la frecuencia se alinee: tú te vuelves eso que hace que ocurra todo aquello que deseas ver manifestado. Y, un poco más profundo, tú te vuelves eso que eliges ver manifestado. Me gusta pensar que en el cosmos, todos los átomos se reúnen para formar tu deseo y volverlo materia.
En algún libro leí que los átomos se disuelven cuando no hay un observador, como si todos los objetos de tu cuarto desaparecieran cuando no hay nadie que los observe. Pues igual ocurre con las cosas que queremos manifestar: si realmente quieres algo, debes visualizarlo, sentirlo y creerlo para que se haga presente tarde que temprano. Pero si dispersas la vista, eso no se hará manifiesto. De algún modo, debes dejar que las semillas germinen y continuar con tus labores.
Por ejemplo, supongamos que tienes muchas metas y no sabes a cuál darle toda tu energía, y sientes que no manifiestas rápido. Bueno, entonces aquí vale la pena organizar las metas y dejar en cada una la semilla ya regada, es decir, la energía necesaria que requiere. Por ejemplo: estás ahorrando para un viaje, visualiza el viaje y todo tu recorrido, pero también abre el sobre de ahorro o la cuenta de banco que destina el dinero. Así le dices al universo que también requieres que el dinero se haga presente y vaya a esa cuenta, porque ya tienes el objetivo visto. Ponle fecha para que eso se mueva más rápido.
Otro ejemplo sería: tu meta es casarte. Entonces ya tienes dos metas, pero ya tomaste acciones en una y ahora empiezas a germinar la otra. Te mueves como una mujer casada: te vistes, comes como una mujer casada con el hombre de tus sueños, lo visualizas e incluso conectas con esa energía de tu sueño de esposo y practicas. Si ya tienes pareja, pues hazlo con él: ¿cómo te comportarías siendo esposa?
Y si no tienes aún pareja, entonces hazlo frente al espejo o en un cuaderno.
No necesitas esperar a que “algún día” llegue; créalo ahora.
Hay una frase que me gusta mucho: dice, preocuparte es igual a rezar por lo que no quieres que pase. ¿Y qué crees? Termina pasando, pues tú lo declaraste.
Entonces, recemos para que ocurra lo que sí queremos, confiando.
Me considero una mujer de fe y creo en algo mayor que yo, una energía suprema, Dios, por ejemplo. Tú adáptalo a tu creencia, pero para mí ocurre así: confiar en que algo mayor a mí me da eso que recé para que ocurriera, con fe, certeza y confianza.
No hay duda, es así de fácil.
Muchas veces no sabemos cómo hacerlo porque no estamos acostumbrados. Fuimos quizás entrenados a pensar de manera caótica, a preocuparnos, a dudar de todo, a esperar a que las cosas pasen. Pero te digo una cosa: solo confía.
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